lunes, 7 de abril de 2025

El poder del networking: La fábula del colibrí y el roble - Por Jonathan Nouel


Había una vez, en un bosque lejano, un colibrí llamado Lino.

Era veloz, curioso y siempre estaba en movimiento. Volaba de flor en flor con eficiencia, convencido de que su rapidez e independencia eran suficientes para enfrentar cualquier desafío.

Pero un día, el bosque enfrentó una terrible sequía.

Las flores se marchitaron, los ríos se secaron, y Lino, por primera vez, sintió el peso de la soledad.

Buscó ayuda y se posó junto al viejo roble, el árbol más sabio del bosque.

—¿Qué hago ahora que todo escasea? —preguntó Lino, débil.

—Has volado rápido, pero solo. No se sobrevive al bosque sin construir relaciones —respondió el roble con voz pausada.


Entonces, Lino comenzó a hacer algo nuevo: conectarse.

La abeja le enseñó a encontrar néctar oculto.

El búho le mostró mapas secretos hacia oasis.

La ardilla compartió nueces, y él le ayudó a transportarlas.

Lino, que antes era un ave solitaria, tejió una red de colaboración, apoyo y propósito mutuo.


Con el tiempo, volvieron las lluvias.

El bosque floreció otra vez.

 Lino también.


Pero ya no era el mismo.


Ahora sabía que el verdadero poder no está solo en volar rápido… sino en volar acompañado.


Moraleja:

El networking no se trata de pedir, sino de construir relaciones con intención, confianza y generosidad.

Tu red no solo te abre puertas… también te sostiene cuando más lo necesitas.


Ejemplos reales del poder del networking

Oprah Winfrey creció gracias a su talento y a relaciones estratégicas que fortalecieron su carrera.

Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, construyó su éxito conectando a otros con visión y propósito.

Sheryl Sandberg llegó a Meta gracias a una red de mentores y aliados que confiaron en su liderazgo.


¿Y tú?

¿Estás construyendo tu red como Lino?

Comienza hoy. Conecta, escucha, aporta.

Porque cuando llega la sequía —y siempre llega—, tu red puede marcar la diferencia entre resistir… o florecer.


Fábula original escrita por Jonathan Nouel.

Prohibida su reproducción sin autorización.


Descubre más contenido en: www.jonathannouel.com

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domingo, 6 de abril de 2025

El Reclutamiento es una Experiencia, No un Trámite

Cuando Laura recibió la llamada para su entrevista, sintió una mezcla de emoción y nervios. Había estado buscando un nuevo desafío profesional y esta empresa tenía todo lo que le interesaba: una cultura innovadora, oportunidades de crecimiento y valores alineados con los suyos.

El día de la entrevista, llegó puntual. Pero desde el principio, algo no se sintió bien.

La recepcionista parecía sorprendida de verla, como si no estuviera en la lista. Tras una espera de 40 minutos, la llamaron sin disculpas. En la sala, el entrevistador apenas la miró, hizo preguntas mecánicas y, cuando Laura intentó explicar su experiencia con entusiasmo, la interrumpió varias veces. Al final, le dijeron que le avisarían en dos semanas.

Nunca recibió respuesta. Ni un correo automatizado, ni una llamada. Solo silencio.

Días después, vio que la vacante se había cerrado. Se sintió invisible. No por no haber sido seleccionada, sino por la falta de respeto hacia su tiempo y esfuerzo.


Una Experiencia Diferente

Sofía aplicó a un puesto en otra empresa del mismo sector. En menos de 48 horas, recibió un correo amable confirmando la recepción de su aplicación y detallando los siguientes pasos.

En la entrevista, el reclutador la recibió con una sonrisa y comenzó preguntándole cómo se sentía. La conversación fluyó con naturalidad, permitiéndole mostrar no solo sus habilidades, sino también su historia. Al final, le explicaron el proceso de selección, los tiempos estimados y le aseguraron que, fuera cual fuera el resultado, recibiría una respuesta.

Cinco días después, Sofía recibió un correo agradeciendo su tiempo y esfuerzo, informándole que, aunque habían elegido a otro candidato, la tenían en cuenta para futuras oportunidades. Además, el reclutador le dio retroalimentación sobre su entrevista, sugiriendo áreas en las que podía mejorar.

Sofía no consiguió el trabajo, pero se llevó una impresión positiva de la empresa. De hecho, cuando meses después una nueva vacante apareció, volvió a postularse.

La Moraleja

Reclutar no es solo llenar una posición; es una oportunidad para construir marca, relaciones y reputación. Cada interacción con un candidato es una ventana para mostrar los valores de la empresa. Un proceso humano y respetuoso no solo atrae talento, sino que deja una huella positiva, incluso en quienes no son seleccionados.

¿Tu proceso de selección refleja la cultura que deseas proyectar? Déjame saber en los comentarios.